Tema:
AUSTERIDAD
Estimada
Persona elegida
Sintiendo la necesidad de
felicidad, nos es importante abordar este tema que nos puede ayudar a lograr
nuestros objetivos. Se trata de la austeridad como motivación a vivir con lo
esencial, o sea un poco más libres y abiertos a la novedad. Sepamos que es un
tema que se contrapone al consumismo y en muchos casos a nuestros gastos
superfluos y vida artificial.
La austeridad va más allá
de esto, porque comienza por tener una conciencia, una conducta ante las decisiones
que tomamos, sobre todo a la hora de comprar y vivir sobriamente.
No se trata de dejar de
comer lo que te guste o puedes, sino buscar lo que realmente nos hace felices,
lo que nos planifica y hace bien como personas que nos merecemos, se trata de
vivir más despojados de lo material en alguna medida. Muchos han perdido la
cabeza por acumular y no saben para donde ir, o viven ciegos acorralados por
las deudas y otras problemáticas que no ayudan al buen vivir, por ello ser austero debe ser para compartir y
reproducir los frutos de alguna manera; no todas las cosas hacen bien, algunas provocan
enfermedades, otras dejan vacíos en el interior, por esto, hay que OBSERVAR lo
que voy hacer, darle un sentido a las cosas y FRENAR A TIEMPO para consumir lo
necesario que nos haga bien. Austeridad también involucra a la reducción en el
gasto público, dado que se necesitan recursos sobre todo para cubrir gastos en
las enfermedades. En muchos casos vemos que no cuidamos las cosas, otros que
viven con lujos extremados e intereses imperdonables que denotan una falta de
conciencia, por
ello la necesidad de la
austeridad para vivir con libertad.
Acción solidaria:
tratar de ayudar a los demás con el tema.
Trabajo interior:
en qué cosa soy una persona austera?
Tomamos el Valor de la semana haciéndonos eco de la Palabra de Dios.
Ref. texto del evangelio del domingo 11 de Julio
EVANGELIO DEL DÍA
Evangelio según Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”.
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
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